lunes, 6 de abril de 2015

La vía Salamónica, parte II

La ciudad de azul ya no era más que una imagen que se iba alejando; una imagen que se iba tornando más pequeña en el espejo retrovisor, hasta desaparecer por completo. Tenía alrededor de una hora y media, o hasta dos horas, de viaje por delante. La ruta 3 seguía circulada, al menos hasta el cruce de la ruta 226, que para un lado conduce a Olavarría -destino de la mayoría de los camiones- y, para el otro, a Tandil.
Atravesé las sierras de azul, con un paisaje que embellecía el viaje, y en un párate que hice en una estación de servicio, me crucé con un colectivo que iba, o venía, de Bahía Blanca con seguidores de Callejeros (vale aclarar, Don Osvaldo). Mi memoria se retrotrajo a una tormentosa jornada de enero, cuando volvía de Tucumán y en un intento de buscar hospedaje en Villa María para pasar la noche, entre relámpagos y agua que caía sin cesar, me vi en la frustración de no conseguir nada pues todo el alojamiento estaba acaparado por los seguidores de Pato Fontanet, que esa noche dio un recital.
Mientras avanzaba por la ruta pensaba en el enigmático Salamone. O más bien Salomone, pues tiempo después me di cuenta que la letra que le seguía a la "l" era la "a". Fui victima de, como dijera Mariana Enriquez en su nota para radar del 16 de Agosto de 2009, el error más perdonable que pueda haber. Y yo pensaba. Cuatro años, más de ¿40? ¿60 obras? El número no está determinado. Incluso hay obras que se le han adjudicado y que no le correspondían, como la Municipalidad de Puan -error en el que cae, por ejemplo, la querida Wikipedia- e incluso pueden haber obras que aún no se hayan descubierto. Enigmático y polémico, Francisco Salamone construyó todas sus obras en un tiempo veloz, con cientos de kilometros de distancia unas de otras, en zonas que, considerando su momento, eran casi desérticas; allá, en los confines de la pampa bonaerense. Tal vez ese también sea un factor que contribuyó a su olvido. Lejos de las luces y el brillo de la capital, o de la costa donde, por ejemplo, al arquitecto Alejandro Bustillo -hermano del ministro de Obras Públicas- se le encargó el trabajo de urbanización de la Bristol, con el Hotel Provincial y el Casino, en Mar del Plata; a Salamone le tocó urbanizar el sudoeste de la Provincia. Todos ellos son lugares que aún hoy se encuentran alejados de la gran metrópoli que forma la Ciudad Autónoma y el conurbano bonaerense. Todos esos kilómetros, toda esa distancia, yo la recorría en auto; él en avión. Las sierras y la llanura. 
"La tremenda ironía es que, mientras Bustillo se dedicaba a inaugurar en Buenos Aires el tedioso edificio del Banco Nación, que según sus propias declaraciones a la prensa “fijaba el punto de partida del Estilo Clásico Nacional Argentino” (sic), las demenciales moles de hormigón de Salamone se alzaron en localidades ínfimas, además de perdidas (en la mayoría de los casos su población no alcanzaba al millar de habitantes, como Salliqueló, Urdampilleta, Saldungaray, Puán, Laprida, Lobería, Cacharí, Carhué o Carlos Pellegrini), casi “a espaldas” del progreso pretendido prepotentemente por el gobernador Fresco" (1)
 Al mediodía llegué a la ciudad de Aldofo Gonzalez Chaves. Un sitio de información turística se hallaba emplazado en la entrada, pero corrí con la misma suerte que en el Centro de Interpretación de la Obra de Salamone en Azul; estaba cerrado. Me adentré por la Av. Domingo Carricart y luego del desvío obligado en las vías del tren, continué por la calle Elicagaray, que a las dos cuadras me puso frente al palacio municipal (esquina Juan Elicagaray y Ana Pelicagaray)
Municipalidad Adolfo Gonzalez Chaves
Aunque era un sábado al mediodía, y la zona parecía ser la más céntrica -desde lo comercial-, la tranquilidad reinaba en el aire. La municipalidad estaba con todas sus persianas bajas y sus puertas cerradas. Ni rastro de actividad. Frente a ella, una plaza casi desértica; y eso que de cara a la misma había un supermercado abierto. Me quedé sin poder conocer el interior del palacio. Saqué un par de fotos a la intendencia y di un par de vueltas en auto, intentando encontrarme con el mercado, cosa que finalmente ocurrió. Se encontraba a una cuadra y media del palacio municipal (Calle Sarmiento entre Juan Elicagaray y Lavalle). Por esas ironías de la modernidad, el mercado estaba cerrado como tal pero con un supermercado  abierto al lado. Ahora es un centro cultural, el cuál, siguiendo al municipio, tenía sus puertas cerradas. No es muy grande, ni muy llamativo. Incluso, el reloj de su no tan alta torre, está roto. La gente entraba y salía del supermercado, y caminaba por delante de la obra salamonica, como ignorando su historia. Nada en Adolfo Gonzalez Chaves hace mención al constructor fresquista. En Chaves, Salamone también construyó un matadero, pero el mismo fue adquirido por particulares que lo ampliaron y desfiguraron (2). Luego de dar un par de vueltas más con el auto, crucé las vías, retomé la Av. Carricart y volví a la ruta. Siguiente destino: Laprida.
La ruta provincial 75 es la que conecta Adolfo Gonzalez Chaves con Laprida (De La Garma y Barra mediante) y que luego de empalmar con la ruta 86, seguido de la 76 y la 51, permite llegar a Coronel Pringles, donde tenía pensado hacer base y pasar la noche. El camino es tranquilo y poco circulado, con el único inconveniente de unos cuantos kilometros de ripio sobre la 75 que van desde De La Garma hasta Laprida.
"No es casualidad que las obras de Salamone se centraran en tres instituciones-eje en la vida de los pueblos pampeanos, como cementerios, mataderos y municipios. En el proyecto de Fresco, era imperativo que el municipio se convirtiera en el corazón urbano de cada pueblo (así como el matadero y el cementerio debían “anunciar” la entrada y la salida del centro urbano, uno en cada extremo). En cuanto a los municipios, la elección que hace Salamone del monumentalismo (en lugar de alguna variante aggiornada del cabildo con recovas o el palacete neoclásico) apunta a transmitir el paternalismo estatal con su nuevo signo de eficiencia administrativa (“la máquina de tramitar”). A tal punto el municipio debe regir simbólicamente las vidas del pueblo que el arquitecto remata la construcción con una torre que supera en altura hasta el campanario de la iglesia, a la que corona con un inmenso reloj (ya no es la evolución del sol sino el municipio el que da la hora “oficial”). En cuanto a los mataderos, debían ser símbolo orgulloso de la nueva industria, con la creciente mecanización del faenado y la imposición de mayores medidas sanitarias, desde las salas azulejadas hasta las bombas eléctricas y los laboratorios (en este caso, a falta de signos visibles exteriores fuera de los corrales, Salamone optó por convertir la fachada del matadero en verdaderas ornamentaciones simbólicas, a las que imprimió forma de enormes cuchillas verticales). En cuanto a los cementerios, tener familia enterrada consolidaba el sentido de pertenencia a ese asentamiento urbano de parte de los sobrevivientes. Para consolidar ese vínculo, Salamone opta por enfatizar casi operísticamente la frontera entre la ciudad de los muertos y la ciudad de los vivos, edificando enormes portales de acceso (con gigantescos cristos cubistas y ángeles guardianes, o monumentales inscripciones RIP en letras de granito negro que alcanzan por sí solas los quince metros, a los que hay que sumar la altura del portal que las contiene)." (3)
Fuente en la plaza, Laprida
En el ingreso a Laprida existe un Centro de Interpretación de la Obra de Salamone, como en Azul, y lo encontré en la misma condición: cerrado. Sobre la Av San Martín -avenida de ingreso al pueblo- a la altura de la Av. Pereyra, se encuentra el Palacio Municipal, que también estaba cerrado, y la plaza diseñada por Salamone. De lo que leí sobre el tema, Laprida presenta dos anécdotas muy interesantes.  
"Recién me entero, por los compañeros de Laprida, de que debe haber aterrizado de emergencia allí y por eso hizo la municipalidad como un avión estrellado. ¿Y por qué no hizo nada en Ayacucho?" Arq. Alicia Lapenta (4)
Municipalidad de Laprida
 "Hay anécdotas legendarias, como la que se cuenta en Laprida, donde el caudillo del pueblo, un tal Martínez, que había llegado a intendente, interceptó al mejor estilo cuatrero el tren que llevaba más al Sur (aparentemente a Bahía Blanca) las piezas desarmadas de lo que sería el enorme frontispicio de la necrópolis local, y a punta de pistola ordenó: “El cementerio se queda acá”." (5) 
El cementerio y el matadero de Laprida no se encuentran específicamente sobre el pueblo. Para llegar a ellos hay que seguir por la Av. San Martin, salir de la ciudad, y continuar por el camino hasta el fondo. Al final, la San Martin se corta con una calle de tierra y luego se encuentra la tranquera a la Estancia "El Olvido". En esa esquina se ubica el matadero; a mitad de camino, un desvío conduce al cementerio. Claro que una vez que se sale de la trama urbana, el Cristo gigante, cruzificado y de piedra, te guía como una estrella en el cielo.
En el matadero me encontré con un hombre trabajando sobre el motor de su viejo Renault 12. Dijo ser uno de lo dueños del lugar, más bien del frigorifico que trabajó en ese lugar hasta fines del 2013 y que, según me explicó, cerró por esos vaivenes de la economía. El dato me sorprendió, pues yo tenía entendido que la Estancia "El Olvido" debía su nombre, justamente, a que hacia referencia al olvido del matadero. Allí se expuso, frente a mi, la inconsistencia de lo que se lee por internet. Lo único que podría ser, a modo de teoría personal esbozada frente al teclado, y como intento de amalgamar estas dos premisas, es que luego de muchos años en los que haya estado cerrado el matadero, surgió la estancia, para que luego lo hayan reabierto. Curiosamente, el señor que me crucé aparece en el documental "Las Minas del Rey Salamone" (Andres Tórtola, año 2010). En ese momento, el matadero estaba en funcionamiento y el hombre menciona que se llama Raúl Orlando Aria. Mientras sacaba fotos, me contó que el matadero es privado, claro está, y que en uno o dos meses lo van a sacar a la venta junto con algunas hectáreas que lo complementan. Ergo: su destino dependerá de los nuevos dueños. Hoy, cerrado, solo se crían algunos cerdos.
Matadero, Laprida




Finalmente concluí mi recorrido salamonico por Laprida, con la mole gigante del cementerio. Jesús cruzificado, enorme. El modelo es el que luego se replicó, a escala, en el Cristo de la entrada de Azul, aunque también hay en otros pueblos como en Guaminí, Carhué, o en el interior de cementerios como el de Crel Pringles, Tornquins, Balcarce o Pilar.(6)
"(...) Pero el portal del cementerio es una obra dificil de encuadrar, diríamos que es "expresionista" con ciertas licencias: una cruz descomunal y un cristo de 11 metros, entre cipreses funerarios, todo de hormigon armado. La resolución técnica de la escultura "pre cubista" con tal dimensión fue confiada a un escultor de formación clásica y reconocida trayectoria: Santiago J. Chiérico. Como maqueta de estudio, Chiérico llevó el boceto a una escala reducida, donde analizó como partir la escultura en trozos, para facilitar su construcción en tamaño real, transporte y montaje en la cruz. Posteriormente, se realizaron plantillas en escala y se reprodujeron en arcilla en el taller ubicado en Liniers. El moldeo y las piezas en simil piedra fueron realizados en un taller de premoldeados, perteneciente a Primo Pia, quién estuvo a cargo del ajuste y colocación de las partes."(7)
Camino al cementerio, Laprida








Finalmente llegué, a eso de las seis o seis y media de la tarde, a Coronel Pringles. Lo primero que hice fue conseguir donde dormir a la noche. Luego inicié la recorrida Salamonica. Pero eso será tema del próximo post. Este viaje todavía tiene muchos kilómetros por recorrer. 

Continuará...


 (1),(3),(5) "El misterio de la piedra líquida", Juan Forn, Radar de Página 12, 02 de Junio del 2002
(2) "Francisco Salamone. Sus obras municipales y la identidad bonaerense". Longoni y Molteni. Pág 68.
(4) http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-5492-2009-08-16.html
(6) Longoni y Molteni, ob citada. Pág 61.
(7) Longoni y Molteni, ob citada. Pág 60 y 61.

3 comentarios:

  1. qué imponente el crucifijo. buenas fotos, manu

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  2. que lindo informe! gracias por haber pasado por Laprida.
    Hoy el <centro de Interpretación se encuentra abierto de lunes a viernes de 7 a 14hs y de 16 a 18, sabados 10:30 a 12:30hs.
    Un saludo! y me encanto tu informe.

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    1. Hermoso lugar Laprida.
      ¡Que bueno que este abierto!
      Saludos

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