martes, 28 de enero de 2020

La traducción de «Un mundo feliz».



 I

  Estas líneas son el resultado de la conjución de dos o tres sucesos aleatorios que ocurrieron en un tiempo que, en su medida, podemos calificar de cercanos y de uno que ocurrió mucho tiempo atrás: 1.- Mi lectura de dos cuentos borgeanos (Los traductores de las mil y una noche y Tlön Uqbar Orbis tertius), 2.- Mi lectura de la novela Un mundo feliz de Aldous Huxley, 3.- Mi ida al cine en una tarde del año 2003.
  El último de los puntos puede ser mencionado como una causa remota de estas líneas; una tarde de película hollywoodense, a puro pochoclo y con amigos, produjo una revelación, una epifanía, tan simple y elemental que es por todos conocida: los titulos de las películas en inglés discrepan, en algunos casos holgadamente, del título en su idioma original. Proyectar esta idea sencilla a la traducción de los titulos (y por ende, tambien, al contenido) de los libros fue el salto natural en el devenir de los años.
  Caminando a principio de año por los pasillos de una librería céntrica de la ciudad, me topé con el libro "Historia de la eternidad" de Jorges Luis Borges. Al culminarlo, y a pesar de tener una gran cantidad de libros por leer, sentí la necesidad de continuar con la lecturas borgeanas; fatigué los estantes de mi propia biblioteca y di con un libro que ya había leído yo hace muchos años pero tenía olvidado.
  Tapa dura, colorado, con letras en dorado donde puede leerse «Narraciones» y sus hojas amarillentas por el paso del tiempo; el libro pertenece a una colección de clásicos hecha por Hyspamérica Ediciones Argentinas en el año 1983; era el volumen 38. En él se recopilaron cuentos del autor de distintos libros (El redentor Lazarus Morrell, de Historia Universal de la Infamia, varios de Ficciones como "Pierre Menard, el  autor del Quijote" o "La loteria en Babilonia", entro otros; "El Aleph", del libro que lleva el mismo nombre).

II

  Dediqué mis horas de esparcimiento (¡salud, vieja feria judicial!) a leer; una vez terminado Tlón Uqbar Orbis Tertius, acudí a una vieja práctica que ya había realizado con las novelas "Megafón, o la guerra" y "El banquete de Severo Arcangelo" de Leopoldo Marechal: me senté en la notebook y escribí en el buscador el nombre del cuento y la palabra "análisis".
  Internet es un lugar tan inmenso que uno debe andarse con cuidado; contiene todo el conocimiento de la humanidad, a imagen y semejanza de la biblioteca de Babel, pero se entremezcla con grandes cantidades de información inútil, cuando no apócrifa. Sin embargo, hallé un análisis sobre Tlön que se caracterizaba por lo amplio y por lo interesante, al menos para los que no somos expertos en literatura¹.
  En Tlön uno puede leer el siguiente pasaje:

"¿Quiénes inventaron a Tlön? El plural es inevitable, porque la hipótesis de un sólo inventor -de un infinito Leibniz obrando en la tiniebla y en la modestia - ha sido descartada unánimemente. Se conjetura que este brave new world es obra de una sociedad secreta de astrónomos, de biólogos, de ingenieros, de metafísicos, de poetas, de químicos, de algebristas, de moralistas, de pintores, de geómetras... dirigidos por un oscuro hombre de genio."
  El crítico en su análisis dice:

Borges sabía que A Brave New World de 1932, había sido una respuesta a la vena optimista de Wells. También sabía que el título procedía de La tempestad de Shakespeare, donde expresa la fascinación de Miranda ante toda aquella gente –maravillosa a sus ojos– que el mago vengativo de su padre forzaba al final del drama a comparecer ante ella. Y es verdad que lo fáustico de “Tlön” asoma in nuce en la trama de Shakespeare: Tlön también, como la irrupción de aquella gente, procede de un saber y poder mágicos como el de Próspero, aunque el origen de ese saber y de ese poder, sospechamos, sea menos santo en un caso que en el otro. Es obvio, sin embargo, que Borges pensó en la novela de Huxley al inscribir ese título en el cuento. Novela cuyo tema no es otro que el peligro que entraña la utopía científico-tecnológica diseñada en vistas a satisfacer los fines del animal humano y nada más que esos fines –vivir más y lo más confortablemente posible. La pacífica y muy científica República Mundial de algunos libros de Wells, la Nueva Atlántida con su concienzuda Casa de Salomón, la bondadosa y justiciera providencia mágica de Próspero, se convierten en un totalitarismo asfixiante. Es el propio narrador quien llama a Tlön de ese modo. Y ambos textos, el de Huxley y el de Borges, coinciden: la secuela más patente de la realización de la utopía, tanto de la Fordista como de la Tlöniana, después de la pérdida de la libertad, es la remoción de la memoria histórica cuyo ejemplo eminente, la desaparición de las lenguas, ya Wells había previsto en The War of the Worlds de 1898. Y así como en la era de Nuestro Ford –en la novela de Huxley– el buen Salvaje resiste, a la postre inútilmente, leyendo y reviviendo ante cada situación trozos de Shakespeare, en la incipiente era de Tlön el narrador se abstrae traduciendo entre dos lenguas a punto de morir la obra en la que Thomas Browne, apenas posterior a Shakespeare, meditó sobre la inutilidad, cuando no la locura y la maldad, del anhelo de fama que lleva a los hombres a levantar “Pirámides, Arcos y Obeliscos”, esa “irregularidad de la vanagloria”, esas “hipérboles de la antigua magnanimidad” (trad. Borges y Bioy Casares 1944: 25).
III
  
  Una tarde entre otras tardes, la curiosidad y el tiempo me invitaron a "jugar" un poco con las palabras y las traducciones. Recordanado el cuento de Borges, que me condujo a leer «Un mundo feliz», libro que venía resistiendo después de Los demonios de Loudin y El tiempo debe detenerse (la pasión de Houxley por Shakespeare es notable), probé en un traductor online² buscar la palabra "brave"; el resultado de la traducción fue "valiente".
  Debo recordar en este punto que el crítico nos había dicho, al hablar de que el titulo de la novela de Houxley pertenece a La Tempestad, que Miranda expresa fascinación ante la gente  y aclara «maravillosa ante sus ojos».
  En ese momento, un poco sorprendido por la ahora errónea traducción en el título de la obra, busqué en la petit biblioteca de Babel información sobre Un mundo feliz.
  Lo primero que surgió, como es obvio para cualquier internauta, fue wikipedia. Muy discutido, es cierto, pero útil. Allí, la enciclopedia virtual nos dice que en el acto V, Miranda pronuncia su discurso y luego lo transcribe en inglés y en castellano.

¡Oh qué maravilla!
¡Cuántas criaturas bellas hay aquí!
¡Cuán bella es la humanidad! Oh mundo feliz,
en el que vive gente así. 
O wonder!
How many goodly creatures are there here!
How beauteous mankind is! O brave new world,
That has such people in't.

  Al leer eso, la pregunta que se formó en mi mente es ¿las traducciones de La Tempestad dicen "Oh mundo feliz"? La enciclopedia virtual no menciona la fuente de la traducción que ofrece a sus lectores, yo no disponía de alguna obra en mi poder y no leía a Shakespeare desde el secundario como para apelar a la memoria.
  Volví a la líbrería donde adquirí "Historia de la eternidad" de Borges, recorrí sus estantes de clásicos, pero no encontré la obra buscada; recordé que un mes antes la había visto pero en ese momento no tenía tal inquietud y me llevé otros libros. A los pocos días, caminando por el sur de Villa Gesell, escruté minuciosamente dos librerías distintas, sin éxito.
  En la ciudad costera terminé la novela de Houxley; tapa blanda, libro nuevo, vigésimoseptima edición de Debolsillo del año 2017. Ahí presté atención a las expresiones que El salvaje dice sobre el nuevo mundo que se le presentaba: 

—¡Pensar que pudiera realizarse el sueño de toda mi vida! ¿Recuerdas lo que dice Miranda?
—¿Quién es Miranda?
Pero, evidentemente, el joven no había oído la pregunta.
—¡Oh, maravilla! —decía.
Sus ojos brillaban y su rostro ardía.
—¡Cuántas y cuán divinas criaturas hay aquí! ¡Cuán bella humanidad!
Su sonrojo se intensificó súbitamente; John pesaba en Lenina, en aquel ángel vestido de viscosa color verde botella, reluciente de juventud y de crema cutánea, llenita y sonriente. Su voz vaciló:
—¡Oh, maravilloso nuevo mundo! —empezó, pero de pronto se interrumpió; la sangre había abandonado sus mejillas; estaba blanco como papel—. ¿Estas casado con ella? —preguntó.
—¿Si estoy que?
—Casado. ¿Comprendes? Para siempre. Los indios en su lengua lo dicen así: «Para siempre.» Un lazo que no puede romperse.
—Oh, no, por Ford!
Bernard sonrió y John también, pero por otra razón: estaba feliz.
—¡Oh, maravilloso nuevo mundo! —repitió—. ¡Oh, maravilloso nuevo mundo que alberga tales criaturas! ¡Vayamos allá!
(Capitulo VIII, páginas 144 y 145)

Los aparatos, una vez acoplados, eran inspeccionados por dieciocho muchachas idénticas —el pelo castaño rizado y vestido de verde de los Gamma— embalados por cuarenta y cuatro Delta-Menos paticortos y zurdos, y cargados en los camiones y carros por sesenta y tres Epsilones semienanos, de ojos azules, pelirrojos y pecosos.
—¡Oh, maravilloso nuevo mundo...!
Por una especie de chanza de su memoria, el salvaje se encontró repitiendo las palabras de Miranda:
—¡Oh, maravilloso nuevo mundo que alberga a tales seres!
(Capitulo XI, página 165)

  Traducción de Ramón Hernandez, busqué en la net los fragmentos en su idioma original. Esto es lo que encontré³:

—To think it should be coming true-whatI’ve dreamt of all my life. Do you remember what Miranda says?
Who’s Miranda?
But the young man had evidently not heard the question. 
O wonder! —he wassaying; and his eyes shone, his face was brightly flushed. 
—How many goodlycreatures are there here! How beauteous mankind is!
The flush suddenly deepened; he was thinking of Lenina, of an angel in bottle-green viscose, lustrouswith youth and skin food, plump, benevolently smiling. His voice faltered. 
—O brave new world —he began, then-suddenly interrupted himself; the blood hadleft his cheeks; he was as pale as paper—. Are you married to her? —he asked.
—Am I what?
Married. You know-for ever. They say ’for ever’ in the Indian words; it can’tbe broken.
Ford, no! —Bernard couldn’t help laughing.John also laughed, but for another reason-laughed for pure joy.
—O brave new world —he repeated—. O brave new world that has such peoplein it. Let’s start at once.

The completed mechanisms were inspected by eighteen identical curly auburn girlsin Gamma green, packed in crates by thirty-four short-legged, left-handed male Delta-Minuses, and loaded into the waiting trucks and lorries by sixty-three blue-eyed, flaxen and freckled Epsilon Semi-Morons.
—O brave new world —By some malice of his memory the Savage found himself repeating Miranda´s words. —O brave new world that has such people in it. 

  La misma expresión en el titulo y en el contenido fue traducida de modos distintos; un mundo feliz, por un lado, un maravilloso nuevo mundo, por el otro.

IV

  Seguí recorriendo la internet y di con el blog de un traductor; en una publicación refiere a "Un mundo feliz". Cuenta que su primer traductor fue Luys Santa Marina y que la obra tuvo su primer traducción para España en 1935, tan solo tres años después de su publicación original. Nuestro traductor dice:

¿Qué debemos a esta primer edición española? Honestamente, pienso que tan importante como el traductor, o tal vez más (según se mire), fue el editor, Luis Miracle, que demostró con esta temprana edición y traducción de la novela original tener una extraordinaria visión de su época, del mundo que le rodeaba y de los acontecimientos y avatares futuros que estaban por perfilar uno de los momentos geopolíticos y sociales más claves del siglo XX.
  Corrido el velo de quién fue el autor de tan disociada traducción, agrega:

Gracias a esta edición el español se convierte en una de las primeras lenguas extranjeras por las que reverbera el novedoso mensaje distópico de la novela. Esto es una ventaja, porque a día de hoy, ocho décadas después de esa primera impresión, el título de la novela en español resulta tan familiar en el orbe hispano como el título de la novela original en el mundo anglosajón. Pero también hay un inconveniente, si el título se convierte, como es el caso, en uno de los más leídos, reseñados y  canónicos del pasado siglo, ¿quién podría atreverse a cambiar el título en futuras traducciones y ediciones de la novela al español? Esta ha sido la gran duda con la que he estado lidiando hasta el punto final de mi traducción en la editorial Cátedra. Pero al hilo de esto, debo añadir que si bien el título Un mundo feliz no es la mejor traducción de las palabras que la protagonista de La Tempestad de Shakespeare, la ingenua Miranda dirige a su padre Próspero en la escena única del quinto acto: «O Brave New World, That has such people in't» («¡Oh, espléndido mundo nuevo, que alberga tan maravillosas criaturas»), sí que capta la esencia del mensaje central de la novela: la sátira como origen y fin de esta  magistral novela de ideas. En este sentido, la traducción del título elegido por Santa Marina puede valernos, hoy día más incluso que en su tiempo, para visionar un mensaje del pasado que, para nuestra desgracia, se empieza a cumplir en nuestro tiempo presente. Dejo aquí mi reconocimiento a Santa Marina por bautizar la novela en español con un título a primera vista alejado, casi errado, pero que tras la lectura final me lleva a valorar la posibilidad de que el propio Huxley, de no ser por la función que le atribuye a Shakespeare en la novela, tal vez también habría considerado titularla: A Happy World.

  Sin embargo, nuestra fuente cuenta que en el año 1969, la editorial Plaza & Janes publica una nueva edición, traducida por Ramón Hernandez, y que es la traducción más difundida en habla hispana (es el traductor de la novela que tengo en mi poder). Dicha publicación, al parecer, tiene numerosos cortes de fragmentos y pasajes en todos los capitulos.
  En 2013, Jesus Isaias Gomez Lopez (nuestro traductor) procedió a desplegar su arte para una nueva edición de la editorial Critica. Pensaron hacerlo con un título más literal y respetuoso de la obra de Shakespeare ("Esplendido nuevo mundo") considerando la importancia del mencionado autor, pero al final optaron por respetar la traducción original de Santa Marina. 
  ¿Que leemos cuando leemos una obra traducida? ¿Que nos estamos perdiendo en el camino? El lomo de «El libro de la jungla» de Rudyard Kipling sonrie desde el anaquel de mi biblioteca.

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